Por Katherine Ramírez
Las redes sociales en abril 2018 fueron uno de los principales pilares que sostuvieron la lucha cívica que se libraba en contra de la dictadura, en ese momento el objetivo estaba claro ¡Que se vayan!
En los primeros meses era mucho más leve la discriminación por motivos de género, al menos ante mis ojos, por desgracia era una más de las jóvenes que no lograba identificar las violencias ya que estas eran silenciosas desde mi perspectiva ,debo decir que llegue a pesar que toda esta ola de civismo y ejercicio ciudadano disminuiría la discriminación, como lo destaqué en un artículo que escribí a finales de 2018, al pasar de los meses llegamos a 2019 y me di cuenta que estaba equivocada, esto gracias a mi propio análisis y a mujeres que me dieron las herramientas necesarias para ver lo que estaba pasando.
Los ataque a mujeres feministas y no feministas, organizadas y no organizadas incrementaron. En 2020 la situación ha empeorado mucho, los discursos de odio y las agresiones son latentes en diversos espacios digitales principalmente en Facebook y Twitter y esto no es libertad de expresión, no es ejercer un derecho al contrario cercena los derechos de las personas agredidas.
A nivel personal he experimentado en muchas ocasiones lo que significa la violencia digital por motivos políticos pero también por razones de género, puntualizare una en específica , hace poco menos de dos meses las subversivas publicaron un arte mío donde me refiero a que como feminista quiero poder ejercer mi ciudadanía desde espacios políticos(no me refiero a la administración pública), esto sí es un derecho porque soy una ciudadana, algunos comentarios fueron machistas y ofensivos y los citaré textualmente:
- “Hay muchas mujeres metidas en política”
- “Las mujeres deben estar lavando trastos”
- “Necesitas una buena cogida”
Todos los comentarios anteriores no se los dicen a un hombre cuando emite su opinión respecto a un tema de orden social o político, las mujeres somos constantemente sexualizadas, invisibilizadas y se le resta mérito a nuestros esfuerzos y mencionar esto no es revictimizarme es nombrar las violencias que se viven que no son únicamente las físicas y es importante el reconocimiento de esto.
Las nuevas tecnologías facilitan el activismo y estas se pueden usar con fines positivos, pero existe otra parte negativa que no se nombra, el acoso y hostigamiento. Es algo que no me sucede solo a mi sino a muchas otras mujeres, en los últimos dos años he leído como se denigra a muchas por su peso corporal, por ser feministas, por su color de cabello, por su ropa, por su peinado, por tener senos grandes; estatus económico, sus dientes y por quién es su pareja.
¿Acaso es tan difícil refutar ideas?, realizar planteamientos políticos de altura, parece que es imposible para las personas que agreden basados es criterios superficiales, ciertamente así no va a cambiar Nicaragua.