Cuando hablamos de fronteras, fácilmente recordamos el día, la hora y el miedo, que nos atravesaba por el cuerpo cuando no teníamos otra opción, que cruzarla, pero el miedo no se queda ahí, no se acaba cuando cruzamos.
Mujeres migrantes nicaragüenses y la justicia social.
Nos encontramos en tierras Centroamericanas, donde las calles se nombran según el que nos arrebataron porque la justicia nunca llegó, donde el maíz conserva los colores más vibrantes del día, donde las migraciones son una normalidad porque la necesidad se ha vuelto una constante; y nosotras, las mujeres, seguimos transitándola porque solo desde la movilidad hemos descubierto que podemos seguir vivas.
Sin embargo, esta movilidad solo se nos permite si: No somos centroamericanas.
Se entiende en la lógica patriarcal que las mujeres migramos para parirle hijos al sistema porque en el entendido colectivo, somos máquinas de producción y reproducción de mano de obra barata/migrante de la región. Cuando migramos para ser parte de la producción económica de un país y se nos remuneran las labores de cuido: la estructura patriarcal se derrumba.
La estructura patriarcal empieza a crear métodos y mecanismos para irrumpir en las migraciones (entendiéndose la migración como un derecho de movilidad territorial por las violencias, precarización e inseguridad que existe en el país donde vives), se crean contratos laborales que violentan la integridad y la dignidad de las mujeres, se les impone un silencio institucional, no se les brinda información de los accesos y derechos que tienen y en caso que se les informe, en la labor diaria de estas instituciones se trabaja desde un principio xenófobo.
En noviembre del año 2022, un equipo de mujeres migrantes y exiliadas políticas nicaragüenses realizaron un proceso sobre ruta de denuncia por violencia hacia las mujeres migrantes y proceso de solicitud de refugio en Costa Rica. Aquí mujeres de las comunidades de la zona norte realizaron cartografías comunitarias, donde identificaron a la comunidad en su espacio geográfico, la comunidad y sus espacios seguros y no seguros, los procesos individuales que se transforman en procesos colectivos/comunitarios, las instituciones y organizaciones no gubernamentales a las cuales asistir en caso de una emergencia.
Se evidenció que las instituciones del Estado Costarricense siguen repitiendo los patrones machistas y xenofóbicos, dando al imaginario colectivo herramientas para la discriminación y violencia hacia las mujeres migrantes nicaragüenses, asimismo, dan pie al nulo acceso a la justicia ya que promueven barreras al acceso de la información migratoria y una evidente falta de interés por conocer los derechos de las personas migrantes en Costa Rica. También, que los lugares inseguros dentro de sus comunidades son: Por falta de acceso a iluminado eléctrico, violencias que se han ejercido sobre mujeres por hombres de la misma comunidad y agrupaciones de personas de la comunidad que se encargan de identificar si tienen o no una identificación y la policía migratoria, como un ente vigilante dentro de sus comunidades.
Las posibilidades de acceder a mejores empleos son remotas para las mujeres nicaragüenses. Contar con altos niveles formativos o haber desempeñado trabajos calificados antes de migrar no garantizan una mejor inserción laboral. Así, mujeres con estudios técnicos o formación bilingüe reportan haber logrado empleo solo en el trabajo doméstico. (Artza et al., s. f,p.46).
Yo comencé a buscar empleo como para trabajar en lo que yo había aprendido, como, ya sea en las granjas o como traductora. Fui al Instituto Goethe aquí, que dan clases de alemán. Pero me dijeron que no, porque solo aceptaban personal costarricense y entonces yo dije bueno está bien, y yo voy a seguir buscando, y yo seguí por todo lado preguntando, para trabajar así como en la parte turística, con alemanes. Pero no, nunca tuve la oportunidad. Entonces yo decidí ir a trabajar como una empleada doméstica… (Flor, trabajadora doméstica nicaragüense).
En panorama podemos notar, entonces, una doble violencia Estatal para con las mujeres migrantes, por una parte, el Estado nicaragüense ejerce violencias sobre las mujeres; crea algunas leyes que amparan sus derechos y en su práctica se realizan desde los fundamentalismos patriarcales, se crea alianza entre las iglesias y dan persecución a las activistas feministas, y tampoco se les da a las mujeres el derecho de trabajar e independizarse económicamente. Por otro lado, cuando a esta mujer le toca migrar, porque el país donde vive no le brinda: Seguridad para vivir, acceso económico, etc.) el país al que llega la recibe nuevamente con violencia.
“No podemos levantar su denuncia, porque su identificación esta vencida”
“La Nica viene a tener hijos aquí, para tener papeles”
Migración: Entonces, la tendremos que expulsar del país.
Esta doble violencia Estatal nos muestra que la justicia para las mujeres no llega ni al momento de huir del territorio que ya las violentaba, la migración que se realiza no llega ni siquiera a un intento de reparación, porque a pesar de una frontera, de un límite interpuesto, las violencias hacia las mujeres siguen existiendo y cuando se migra, esa violencia se vuelve más recia, se
apaña entre los grandes poderes y el juego con la ley.
Nos seguimos encontrando en escenarios de injusticia y falta de acceso a derechos humanos.
Las mujeres de la zona Norte de Costa Rica mencionaron que la justicia para ellas nunca ha existido, iniciando por que un país no la reconoce como ciudadana, ni como parte de una comunidad y un territorio por el cual han trabajado, incluso el sentido de pertenencia e institucionalidad en el país que dejó ya no existe.
Las migraciones siguen ocurriendo todos los días y con ello, la inexistencia de la justicia para ellas, para nosotras, las mujeres migrantes, donde el mismo acto de migrar es la respuesta ante situaciones de desamparo institucional y la presencia de la impunidad ante el derecho a la dignidad humana.
Bibliografía: a) Artza, L. L., Cabañas, A. C., & Groh, M. J. C. (s. f.). Mujerescentroamericanasenlasmigraciones. 80.
Escrito por: Génesis Herrera.