La lucha feminista en Nicaragua se remonta a mucho tiempo atrás, desde el siglo XX las mujeres nicaragüenses han luchado constantemente por el reconocimiento de sus derechos y su inclusión en los espacios de participación política, lo cual les ha llevado no solo a desafiar el orden patriarcal de la sociedad misma sino además a cohesionarse en la colectividad para potenciar su alcance. En este sentido, el trabajo feminista se ha visto casi que naturalmente ligado a la transformación política democrática del país y más marcadamente durante la reciente crisis de 2018 hasta hoy día.
En atención a dicha relación a continuación se reflexionará brevemente sobre el recorrido del movimiento feminista en la palestra sociopolítica nicaragüense, y a partir del mismo se ofrecerá un acercamiento al proceso mediante el cual se genera el sentido de identidad feminista a nivel individual, así también se distinguirá la lógica con que se entreteje dicha identidad en la colectividad organizada formal e informalmente, para posteriormente describir cómo estos elementos han definido la relación entre la práctica de la identidad feminista y el activismo político por la democratización y defensa de los Derechos Humanos en Nicaragua de 2018 a 2022.
Por lo mismo, antes de entrar en materia cabe referir la evolución del feminismo nicaragüense a razón de los momentos históricos de la política nacional en que los posicionamientos, debates y agendas del movimiento se han visto proyectados o transformados. En principio el primer hito histórico feminista en Nicaragua es la lucha sufragista que, encabezada por Josefa Toledo desde finales del siglo XIX encontró cabida en el proyecto modernizador de Somoza y dio al movimiento el primer impulso colectivo identitario, que pese a hacerlo todavía desde una posición conservadora ya asumía el nombre feminista como propio, llegando así a alcanzar en 1957 el reconocimiento de su principal demanda.
El segundo hito se sitúa en la influencia que las mujeres organizadas tuvieron en el contexto revolucionario de los 70´ y 80´, ya fuese dentro de la Asociación de Madres Ante la Problemática Nacional (AMPRONAC), en los batallones como guerrilleras, mensajeras, asistentes, u otros oficios ligados a la defensa de los derechos humanos a los ideales libertarios que movilizaron tanto al ejército revolucionario como a la Contra Revolución en sus respectivos tiempos.
Y tras estos contextos políticos convulsos, llenos de violencia, estragos económicos y duelo generalizado el proceso de pacificación inacabado que dio paso a 17 años de gobierno liberal fue testigo de un discurso crítico dentro del movimiento de mujeres revolucionarias Asociación de Mujeres Nicaragüenses Luisa Amanda Espinoza (AMNLAE) que avanzaba progresivamente en contra de su supeditación partidaria y se enfocaba más en la causa propia de los derechos de las mujeres. En este periodo el hito lo marcó la conformación del Movimiento Autónomo de Mujeres en 1992 y la denuncia de Zoilamérica Narváez por violación en contra de Daniel Ortega en 1998.
De esta forma, con la separación del movimiento respecto del FSLN la lucha feminista durante lo que va del siglo XXI se ha centrado en visibilizar la violencia contra las mujeres sin importar de quien o de qué esfera de poder provenga, y en ese sentido promover también la defensa de todos sus derechos. Por lo cual, los hitos más recientes han sido la lucha por la despenalización del aborto terapéutico y la defensa de los derechos humanos en la reciente crisis represiva de 2018 a la actualidad.
Es así como en dicha línea histórica se ha desarrollado la identidad feminista nicaragüense, mayormente profesada por mujeres organizadas en movimientos de esta tendencia pero a la vez sin exclusión de quienes la asumen desde el activismo independiente. Sin embargo, en este punto resulta menester esclarecer qué se entiende por identidad… la cual, para efecto de esta reflexión se definirá como el conjunto de elementos que generan el sentido de pertenencia con que una persona se auto reconoce como “parte de” un grupo social.
- Construcción de la identidad mujer-feminista en Nicaragua
De acuerdo con la literatura antropológica la identidad se construye con una amalgama de interacciones sociales que van tejiendo conceptos, hábitos y ritmos que asimilados a nivel individual van condicionando las relaciones colectivas, transformándose consecuentemente en un micro – paradigma que se extiende a los espacios en que la persona asimilante socializa.
Con base en ello, la identidad se puede manifestar consciente e inconscientemente en cualquier espacio, tiempo e institución social a la que la persona tenga acceso, de forma tal que su expresión se puede dar mediante el verbo, la acción, la omisión, el silencio, la indumentaria o símbolos, según la connotación que para la persona emisora tenga. Tanto podría decir un comunicado, un poema, una opinión como lo haría una marcha, un pañuelo o un acto cultural, así mismo contaría en valor tanto si se expresa a título personal como colectivo.
Otro aspecto a considerar en cuanto a identidad se refiere es el hecho de que de una misma línea identitaria se pueden derivar otras identidades que lejos de perder relevancia frente a la categoría principal deviene en una diversificación y amplificación de la misma. Así, por ejemplo, dentro del feminismo bien se puede reconocer varias identidades feministas, contando entre ellas a las mujeres que se identifican particularmente con el feminismo liberal, radical, interseccional, comunitario, ecofeminismo, entre otras.
No obstante, previo a explorar la identidad feminista en Nicaragua será necesario reconocer la identidad de la mujer nica en general. Así entre las concepciones de mujer dentro de la cultura nicaragüense tradicionalmente patriarcal se reconocen características como laboriosidad, abnegación, sufrimiento como símbolo de dignidad, virginidad o castidad como elementos intrínsecos de bondad, pureza o valor humano; aspectos que sin duda degeneran en el sometimiento de las figuras femeninas y la cosificación de sus cuerpos, que de paso contraviene el canon de pureza y fidelidad de la “buena mujer” con la obligación social de satisfacer los deseos sexuales de las figuras masculinas por sobre la voluntad propia.
La mujer nica desde la concepción conservadora y violenta del machismo es preciada de ser “pencona” por ser madre y padre ante situaciones de irresponsabilidad paterna, es concebida como “capaz” de todo lo tradicionalmente aprobado para su rol pero “incapaz” e “inmerecedora” de asumir su independencia, su categoría de madre se superpone a todas sus necesidades individuales despojándola de derechos y de su integralidad como mujer.
Los liderazgos femeninos son subsumidos por paradigmas de autoridad violentos y en el ánimo de equiparar capacidades se terminan emulando dichas actitudes, un ejemplo de ello es en la familia, cuando la cabeza de hogar es una mujer tiene que hacer un doble esfuerzo por hacer respetar su autoridad.
Así es como se ha configurado la imagen tradicional de la mujer nicaragüense, sin embargo las mujeres identificadas con los principios y proyectos de transformación social del feminismo se caracterizan por cuestionar, desafiar y romper con las patrones y esquemas que encajonan los derechos y obstaculizan la completitud o realización plena de la mujer como ciudadana, desde la esfera privada hasta la pública.
Lo que conlleva provocar y desobedecer el statu quo históricamente impuesto le ha granjeado a la comunidad feminista nicaragüense desde la percepción resistente al cambio la concepción de “malas mujeres”, “sin oficio-sin hombres”, “marimachas”, entre otros calificativos que buscan cubrir con la denigración personal la falla del sistema expuesta.
La generación y el fortalecimiento del sentido de identidad feminista con la colectividad, además de responder a las expectativas teóricas de los procesos sociales de transformación cultural también provocan una reacción en cadena que trastoca las relaciones personales en todas sus dimensiones, por ello no es de extrañar que donde hay una mujer feminista muy seguramente esté naciendo o creciendo otra.
Escrito por Francis Silva.